El Anfiteatro Flavio es el monumento más emblemático de la ciudad eterna conocido mundialmente con el nombre de Coliseo.
“Mientras el Coliseo se mantenga en pie, Roma se mantendrá. Cuando el Coliseo caiga, Roma lo seguirá en su declive y si eso sucede, el mundo se hundirá con ella”. Esta frase la escribió Beda en la Edad Media para mostrar su grandeza.
Hoy en día es el símbolo de la ciudad y prácticamente de Italia.
Fue en el año 72 d.C. cuando el emperador Vespasiano ordeno su construcción en el lugar que ocupaba un lago artificial de lo que fue la Domus Aurea, el palacio de Nerón; recibiendo el nombre de Coliseo por la colosal estatua que había a su lado y que representaba al propio emperador Nerón.
La inauguración del anfiteatro se hizo en el año 80 d.C. con 100 días de juegos gratuitos para los ciudadanos de Roma y que incluían caza de fieras y combates de gladiadores. Miles de animales y cientos de hombres murieron en estas celebraciones.
Unas 60.000 personas podían ocupar las localidades sentados y separados por clases sociales, cuanto más lejos de la arena, más baja era la clase social. En el centro de la grada se situaba el palco para el emperador y personas influyentes.
Pero lo realmente sorprendente del Coliseo eran sus pasadizos bajo la arena, donde había enormes jaulas para los animales, recintos para los gladiadores y todo el material necesario para los distintos espectáculos que se celebraban y que aparecía sobre la arena gracias a un ingenioso mecanismo elevador con trampillas.
Después de casi 450 años el Coliseo quedo abandonado y se usó como fortaleza en la Edad Media. Un terremoto hundió parte de su fachada y desde ese momento sirvió como cantera para usar el mármol travertino del que estaba hecho, para la construcción de palacios y la basílica de San Pedro.
Aunque en más de una ocasión pretendieron derruirlo, finalmente consiguió salvarse al ser considerado sagrado por el martirio que sufrieron los cristianos. Fue el Papa Benedicto XIV, en el año 1750, quien lo consagró situando una cruz en el centro del recinto.
Hoy en día, desde hace más de 200 años, durante la Semana Santa en Roma, se mantiene la tradición del Via Crucis que realiza el Papa cada Viernes Santo en el Coliseo y que atrae a Roma a miles de fieles y turistas.