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Visitar Túnez es una experiencia de otro mundo, es como viajar en el tiempo. Dentro de la capital podemos encontrar distintos barrios o zonas de interés realmente maravillosos que aquí te mostramos.
La Medina de Túnez es sin lugar a dudas el más pintoresco de ellos, un equivalente a lo que conocemos por “casco histórico”, plagado de callejuelas, mercados y mezquitas, en donde podremos sentir y vivir la auténtica ciudad.
Qué ver en la Medina de Túnez
Nuestra visita comienza a las puertas del barrio, o más concretamente en la Puerta de Francia o Puerta del Mar (Bab Bhar), es un bonito arco que separa la ciudad vieja de la nueva.
Ubicada al final de la Avenida de Francia, esta puerta es parte de lo poco que ha quedado en pie de una antigua muralla. Una vez atravesada nos encontramos ya propiamente en la Medina con miles de lugares por descubrir.
Más allá de los itinerarios que podamos realizar, la ciudad nos atrapa con su encanto ¡y hay que dejarse atrapar!, por lo que no hay que tener miedo de perderse por sus calles, esta es una excelente forma de descubrir rincones de gran belleza.
Ahora bien, visitar la Medina es encontrarnos con una explosión de colores, aromas y texturas sumamente cautivantes, recuerda que fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en 1979.
La Mezquita Zitouna
La mezquita más antigua y la más importante de la ciudad es la Mezquita Zitouna (Mezquita del Olivo), fue construida en el medioevo, y cuenta con 9 entradas y 160 columnas traídas desde Cartago.
En ella se permite la entrada a visitantes no musulmanes. Dueña de una belleza absoluta, con sus arcadas blancas y una luminosidad que sorprende, con su Liwan (sala de oración) y la falta de figuras religiosas, nos sentiremos en paz y automáticamente conectado con el lugar y su historia.
En su interior alberga a la Universidad Al-Qayrawan, una de las primeras y más grandes del mundo islámico. Puede visitarse por 5 dinares (unos 2,5 Euros), aunque como todo en Túnez, es negociable, si vamos a primeras horas de la mañana tal vez nos cueste menos.
Palacio Dar Ben Abdallah
Nuestra visita continúa en el palacio Dar Ben Abdallah. Actualmente convertido en museo, allí podremos ver distintas artes y tradiciones de la capital tunecina. Construido en el siglo XVIII como hogar para una familia de la alta burguesía de Túnez, hoy se encuentra completamente restaurado y amueblado como entonces.
En él podremos apreciar recreaciones de cómo era el día a día de la burguesía del siglo XIX en la Medina. A través de sus salas, que van desde el ámbito privado al público, el museo nos invita a viajar en el tiempo. Una visita indispensable.
Las Madrazas
Luego continuamos con las llamadas Medersas o Madrazas, antiguas escuelas para la enseñanza del Corán y residencias estudiantiles. Si bien a lo largo de la ciudad hay otras, cercanas a la Mezquita Zitouna podemos encontrar tres Madrazas construidas en el Siglo XVIII por la dinastía Husain, que resultan de gran atractivo.
Con sus azulejos de colores y su arquitectura tradicional, se trata de verdaderas obras de arte. Como siempre, podremos apreciar la construcción clásica, con un patio en el centro y diversas arcadas y corredores en torno a este, en donde se encontraban los dormitorios de los estudiantes. De las tres madrazas, la de Bachya y la de Slimania pueden visitarse, la Palmier actualmente no.
El zoco en la Medina de Túnez
Pero uno de los principales atractivos de la Medina no se encuentra en sus edificios, sino en sus calles. Pasear por el zoco y dejarse tentar por los sabores y productos es una experiencia inolvidable. Eso sí, no debes olvidarte de regatear, en Túnez nada tiene un precio fijo.
Si consultas por una tetera, una alfombra o un sombrero fez, seguro te dirán alguna cifra exorbitante, no temas, es parte del juego. Debes comenzar así un ida y vuelta, en donde la picardía, tanto del vendedor tunecino como la del comprador, se dan la mano.
Podrás encontrar una infinidad de recuerdos, aunque te recomendamos que te permitas recorrer sus laberínticas calles sin atiborrarte de cosas desde el principio, para no agobiarte en tu camino.
Tampoco puedes dejar de probar su té con piñones, acompañado de alguna de sus delicias de dátiles y dulces tradicionales. Existen gran cantidad de cafés para ello, en donde también podrás fumar una shisha o narguile. Lo mejor es elegir alguno con terraza en su azotea, para poder apreciar desde las alturas la encantadora estética de la ciudad, y disfrutar del tiempo en estado puro.
Las puertas de la Medina de Túnez
Por último, no debemos olvidarnos de uno de sus atractivos más pintorescos: sus puertas. Nos referimos a los accesos a la Medina, dado que antiguamente había una muralla que protegía y aislaba al centro del resto de Túnez.
Actualmente, además de la mentada Puerta del Mar, podemos encontrar aún en pie la puerta de Bab Menara, la de Bab Bnet o puerta de las niñas, la de Bab Jedid o puerta nueva, la puerta Bab El Jazira o puerta de la isla y por último la de Bab Souika.
Pero en la Medina también llaman la atención las puertas de las casas, pintadas de colores brillantes, con sus formas tradicionalmente arábigas y su encanto particular. No hay visita a la Medina sin un tendal de fotografías de sus puertas coloridas.
Visitar la Medina de Túnez es absolutamente seguro, mucho más comparado con otras ciudades del norte de África.
El trato con el turista es siempre cordial y amable, por lo que, sumado a lo que hemos visto, a la belleza de sus calles y su arquitectura, a sus templos y sus tradiciones, a sus delicias culinarias, así como a su patrimonio histórico y cultural, la Medina de Túnez resulta un destino obligado para cualquier visitante que sienta curiosidad por el mundo árabe.