El precioso auditorio musical de Barcelona conocido como Palau de la Música, fue proyectado por el arquitecto Lluis Domenech i Montaner y construido por Luis Millet entre los años 1905 y 1908, y se pudo realizar gracias a las aportaciones económicas de un grupo de financieros y empresarios catalanes.

Además de su arquitectura, en el Palau destaca su decoración de estilo modernista con profusión de mosaicos del conocido trencadís, una artesanía de origen catalán muy popular en la época y que también puede verse con frecuencia en la obra de Gaudí. Tampoco faltan esculturas y bustos, muchos de ellos una representación alegórica de la música, como los de Beethoven o las Walkirias de Wagner.

El impacto que esta edificación tiene sobre sus visitantes es inmediato. La gran mayoría de quienes lo recorren confiesan haberse sentido sobrecogidos por la grandiosidad y belleza que allí se respira. Tanto, que en muchos casos les resulta difícil señalar qué es lo que más les ha llamado la atención. Para algunos se trata de su impresionante y preciosa lámpara de araña, para otros las escaleras que van al escenario y, la mayoría, quedan maravillados por el gran órgano que preside la sala y con el que se pone punto final a la visita guiada que puede realizarse.

Una visita guiada al Palau de la Música de Barcelona es, como en la mayoría de lugares con historia, la mejor forma de conocer pequeños detalles que enriquezcan la experiencia. En el caso del Palau, estas visitas tienen una duración de 50 minutos. El horario varía en función de la época del año, pero suelen iniciarse a las 10 de la mañana, con excepción del mes de Agosto, que por ser el de mayor ocupación turística en Barcelona, tiene una franja más amplia, de 9.00 a 20.00h.

La visita da comienzo en la Sala de Ensayo del Orfeó Català, un espacio acogedor e íntimo donde el coro, a día de hoy, todavía continúa realizando sus ensayos. Allí se encuentra la primera piedra del edificio, que se colocó hace más de 100 años.

Camino de la Sala Lluis Millet, el grupo tiene ocasión de admirar la escalera noble cuya barandilla, construida con materiales como hierro y vidrio, nunca deja de sorprender a los visitantes.

La Sala Lluís Millet es un espacio diáfano y de gran claridad, en el que se puede admirar una gran vidriera que deja ver un gran balcón exterior con columnas.

Desde allí se llega Sala de Conciertos, donde un torrente de emociones invade al visitante cuando se encuentra con la abrumadora grandiosidad que ofrece la estancia principal del edificio. Materiales, colores y formas incrustadas en una inmensa caja de cristal, cuya magnificencia deja sin palabras.

La visita tiene su punto final en el órgano, pero el recuerdo de todo lo visto en el Palau va mucho más allá. El Palau de la Música es un viaje a otro tiempo, a otra realidad, y quienes además de verlo tienen la fortuna de disfrutar de su increíble acústica, gracias a algún concierto o actuación musical, quedan absolutamente atrapados por la experiencia.