Pasear por Las Ramblas constituye uno de los recorridos más típicos y a la vez pintorescos que pueden realizarse en Barcelona. Las Ramblas están siempre llenas de vida, y son tantos los focos de interés que posee que es casi imposible no detenerse en algún momento.

Las Ramblas conectan el centro neurálgico de la ciudad, la Plaza Catalunya, con el Puerto de Barcelona. La distancia entre ambos lugares no llega ni siquiera a un kilómetro y medio, pero llegar de un punto a otro puede llevar mucho más tiempo del esperado, en especial, si es la primera vez que se atraviesa esta emblemática calle.

Lo más habitual es comenzar el recorrido en dirección al mar, comenzando por la Rambla de Canaletas, lugar popular por ser centro de reunión de los aficionados del FC Barcelona para celebrar los títulos de su club. Allí mismo, en la margen izquierda, puedes encontrar el Museu de L’erótica, un curioso museo que ofrece un recorrido por todas las manifestaciones del erotismo en a lo largo de la historia.

Más pronto que tarde, tus ojos terminarán por toparse con una de las numerosas estatuas humanas que son clásicas de Las Ramblas. La perfección de su performance, así como la creatividad de sus protagonistas, no te dejarán indiferente. Y aunque no es obligatorio hacerlo, estos artistas callejeros agradecerán con un pequeño gesto que les dejes una moneda.

Ya desde los comienzos del recorrido comprobarás que la Rambla está llena de Kioscos, que tratan de hacer negocio vendiendo desde revistas y prensa hasta flores y postales de Barcelona. Estos kioscos son parte del paisaje de la rambla, y sin ellos, no sería lo mismo.

También lo es la presencia de los pintores y caricaturistas que exponen su obra entre ellos. Es verdaderamente digno de admiración el talento de estos artistas, algunos de los cuales aprovechan para atraer la atención sobre sus trabajos, realizando sus cuadros ante el público, que normalmente se congrega alrededor para admirarlos.

Durante el paseo hay ocasión de admirar y visitar otras atracciones además de las propiamente callejeras. El Teatro del Liceo, el Museo de Cera, o el precioso Mercado de la Boquería, son algunos de los lugares que merecen una visita con calma, ya sea ésta durante el primer recorrido por las ramblas, o en visitas posteriores.

Y cómo no, los bares y restaurantes que pueblan esta calle también son dignos de vivirse, en especial por la noche. Pedirse una paella y una sangría es la mejor manera de disfrutar del espectáculo de la gente, aunque a la hora de pagar la cuenta no esperes condescendencia.

Pero además de turistas, comerciantes y artistas, Las Ramblas también tienen una cara menos amable, la de los trileros y carteristas. Aunque la presencia policial es constante, no es difícil encontrarse grupos de personas jaleando a algún jugador y animándole a apostar, al tiempo que celebran con júbilo su victoria. Siempre hay algún incauto que cree que su ojo es más rápido que las manos del trilero, y que hay posibilidades de ganar dinero fácil. Lamentablemente, para cuando se percata de que aquellos entusiastas jugadores y público no eran otra cosa más que ganchos compinchados con el timador, su dinero ya ha cambiado de manos…

El recorrido llega a su fin cuando aparece ante tus ojos la magnificencia del monumento a Colón. Para entonces, haya transcurrido más o menos tiempo desde que iniciaras tu paseo, ya habrás caído rendido a los encantos de este lugar, cuya magia se mantiene día tras día, mes tras mes y año tras año. Las Ramblas son un lugar vibrante y cosmopolita, donde el arte, la belleza, el talento y la pillería, conviven, para gozo de quienes las visitan y pueden también disfrutar de este tour por el casco antiguo de Barcelona.